La
sociedad, en relación a los fenómenos naturales, debe analizarse
bajo una perspectiva dual, pues generalmente se desenvuelve como
causa y como víctima principal de muchos desastres.
En efecto y como ya se ha
mencionado, la actividad irracional y desordenada de las poblaciones
tiende comúnmente a acelerar y magnificar el desarrollo y los
efectos de los fenómenos naturales. Se han visto así las
consecuencias de la deforestación, minería, sobre-pastoreo y otras
prácticas incorrecta de tipo agropecuario, de expansión urbana de
des-adaptación y concepción incorrecta de ciertas obras de
infraestructura. Tan solo como ejemplo se puede citar el requisito
legal de "limpiar" el bosque en un 90% de las parcelas para
demostrar su puesta en laboreo y así obtener el titulo de propiedad.
La ausencia o ineficiencia de las asesorías técnicas para adecuar
la actividad agropecuaria a las condiciones ambientales, pedagógicas
y geomorfológicas se puede también mencionar como ejemplo típico
adicional.
La degradación ambiental que esto
conlleva es claramente un factor multiplicador de los efectos
destructivos de los fenómenos naturales: erosión, deslizamientos,
inundaciones, etc., a la vez que hace recaer sobre el mismo tipo de
población las más pesadas consecuencias.
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