Los elementos que se pueden observar en una falla son:
los bloques, que corresponden a las partes separadas por la
falla; el plano de falla, que es la superficie de fractura a lo
largo de la cual se deslizan ambos bloques; el escarpe de falla,
que es la altura del desplazamiento entre los dos bloques, y el
salto o desplazamiento que es la longitud del desplazamiento
entre los dos bloques.
La clasificación de las fallas se
realiza basándose en diferentes criterios. Según el
desnivel del plano de falla, las fallas se clasifican en
verticales e inclinadas. Atendiendo el sentido del movimiento,
las fallas se subdividen en fallas normales, inversas,
direccionales y rotacionales. Las fallas normales se originan
mediante una tectónica distensiva, con planos de falla
inclinados en donde el bloque hundido es el superior. Las fallas
inversas se originan mediante una tectónica compresiva, en
donde el bloque superior se levanta respecto al inferior. Cuando
los planos de las fallas inversas se presentan escalonados, o
bien con inclinaciones de poco ángulo, se denominan
cabalgamientos. Las fallas direccionales son las que presentan
planos de falla verticales, pero con un desplazamiento
horizontal; se denominan dextras si el desplazamiento se produce
en el mismo sentido que las agujas del reloj, mientras que si el
desplazamiento se realiza en sentido contrario, se denominan
sinistras: Las fallas rotacionales son las que un bloque se
desplaza respecto al otro, produciendo un movimiento circular,
donde existe un punto inmóvil.